jueves, 23 de diciembre de 2010

Un día más

Y así volvimos viejos amigos y compañeros de calle, un poco tarde aunque nunca lo es ¿no? A veces lo siempre todo es lo que vemos en el momento, lo que vale cada uno de esos momentos, cada una de esas decisiones que parecen no tener un trasfondo. A lo largo de la meta, ese transfondo fue algo más profundo y viseral de lo que podíamos aver (tal vez) imaginado. Será por cosas del destino que aparece aquí y ahora, en este preciso momento. Por debajo de los cielos marginados y castigados de Buenos Aires, la lluvia lava mi alma y también las heridas que día a día llevamos con nosotros. Tal vez la vida pase adelante nuestro y ni nos dimos cuenta, tal vez camina a tú lado y te sonríe con sus enormes ojos dulces.

Sin remedios ni vacunas baratas de una noche, apretó el primer botón de mi sobretodo y mi pecho. Se que no llamarás, que no veré temblar a mi pantalón y a mis emociones. Se que no estarás ahí para mí. Que solo sos un espejismo más en esta ciudad, en esta selva colonizada. Con cruz de sal, mis angustias y las ganas de que esto acabe de una vez, trato de lidiar mi trabajo mientras melodías revolotean mis pensamientos. Volando por San Telmo planeando a Palermo me pierdo entre cervezas y un tachero que habla por demás.

Gracias a Dios y a mi estado pauperrimo de alcoholico logré acallar el timbre que retumbaba en mis oidos en el viaje y descansé en el asiento trasero. Otro día más , otra estrofa más que apareces pero que no eres más que la propia libertad: subjetiva.