viernes, 1 de febrero de 2013

De bachatas y otras adicciones

De bachatas y otras adicciones


A veces, en tiempos que los viajantes del espacio no llegan a tiempo, que se pierden entre dimensiones desconocidas, donde nadie nos advierte de lo que vendrá, a veces, me quedo y te espero. De vez en cuando, tiendo mi cama en busca de aves parlanchinas y pescados naranjas, esperando el momento en que mi princesa, mi dama, mi bella, inunde mi cuarto esperando que la salvase. Tiempo al tiempo, siempre espero verte. Inventado cuentos, canciones, guerras y hasta tal vez a pico y pala, defendiéndote de malesas y culebrones, a capa y espada. En fríos aromas de otoño siento tu mano rozar la mía, y morirme con tu presencia revolucionaria. Yo no sé si seré capaz, pero me rendiré ante vos, ante tu batalla de querer envenenarme bajo los efectos de tu cofradía maliciosa de amor, vuelo y esperanzas, de Buenos Aires a Madrid y New York. De rendirte culto día tras noche, entre bebidas y otros augurios a tu figura prodigiosa por los reyes de los mares, y los delicuentes de las discoteca. 

No, nunca cruzaré esa barrera que me separa entre vos y todas las demás. Cruel y errante, el vil que interpuso tu camino con el mio. Que decidió pinchar el neumático de mi auto sobre la acera de tu casa. Vil, maleante y mal nacido el imperfecto destino que acortó mis palabras en tu sutileza de invitarme un té, y tu teléfono. Entre tentaciones y partidas de billar se curte nuestras vidas, atemorizados por damas más peligrosas que la propia noche, envolviéndonos en el suave de sus sabanas de seda, y en el acantilado de sus curvas. Un hombre sereno a sus convicciones, a sus pragmáticas sensaciones, no puede mirar para otro lado cuando las debilidades se manifiestan a flor de piel. La última gota de serenidad se rompe al verte bailar tan natural y suelta, que hasta provoca una leve risa contenida en mi falange. Azúcar, salsa y pan asientan tus cadenas coordinadas con tus manos y hombros al manifestarme que no está muerto el que no camina, sino el que no baila. Tonto y prodigioso en ostentar no satisfacer con pequeños destellos de tu danza hacia aquella sutil dama.Extraña, exuberante y exhausta, decidís tomarte un descanso a tanto uno y dos, ya dejando a Travolta despatarrado en el piso. Me invitas un trago mal intencionado de café o whisky, bajo una sensualidad que engaña hasta al más arduo capitán. Noblemente, caballero por el rey y naturaleza, acepto la petición. ¿De donde eres? ¿Qué te trae por aquí? me decís. :-"Soy borracho", respondería Rick Blaine, aunque yo acepte a decir: argentino

Tonto y precoz, ella entenderá que ni el mango me calza ahora en el abrigo. Sin embargo, se encogió sobre su pecho y rió con una sonrisa suave y eficaz. El agua corría, el viento suspiraba con gritos cortos que con una propia tijera podría cortar mientras nosotros nos enamoramos. Pobre aquel hombre, estúpido por creer en el destino, en Yavé, en Dios, y en quién sabe que, que creyó que era por arte de las casualidades que justo en esta puerta el neumático diría basta. Me cuesta tanto, tanto, no amarte. 

Eh perdido todo lo que una vez tenía: Fama, dinero, mujeres propiamente dicho. Era un pistolero en la propia era de Adam West, un caza fortunas un tanto pobre, neurótico desembarcado en un viaje sin destino, ni final. Borracho de la elocuencia de convertir el pan en vino, y en vino en aire. Poeta del oxigeno, ofreciendo mi arte puro y seguro, gratis hacia cualquier muchacha que tenga la suerte y ocasión de escucharla, sin venderme bajo ningún podrido slogan cool que pinta estrellas en mi frente. Así era, y así nunca más seré, ya que el virus me atacó por primera vez, y nunca más se irá. Ahora bailamos y muero, al ritmo de sus besos, de sus ocurrencias terribles y terroríficas de visitar catacumbas de próceres olvidados, solo para besarnos en el trayecto entre tumba y tumba. Viviendo entre temblores y autoritarismo de mi propio arte, puro y hermoso, hacia un solo interlocutor. Así eres, egoísta y desgarradora, que no terminarás hasta apropiarte de cada parte de mí, y de mí corazón. Me cuesta tanto, tanto tanto, no amarte.