martes, 27 de noviembre de 2012

A veces, hasta la misma Buenos Aires parece como una larga pileta olímpica de natación, pero reemplazando agua por autos y contaminación. Agotador, agobiante, el calor me choca en el rostro mientras me hace verte pasar como un bil espejismo, que se aprovecha de mi deprobable situación. A falta de camellos en Atacama, acá tenemos cartoneros con nobles corceles que habitan en un lugar en donde la naturaleza no los predestinó. Sediento de tus besos, de los ojos llorosos en que las señoras algo pálidas me saludan dandome las buenas tardes, me encuentro yo esperando al 83. Con un viejo blues, un gato pasa por debajo de los autos robando migajas de sueños que se vieron estropeados por la cruda realidad de la clase obrera argentina. Algunos dirán que era negro, otros blanco, para mí es una mezcla entre los dos.

Somos espejos parlantes que vivos en la zonas más bajas de los suburbios de la ciudad. Bajamos a nuestro propio inferno por la escalera de las pastillas, el alcohol y el crack. No tenemos donde ir ni a nadie le importa. En un graffiti puedo señalar todo lo que me falta por vivir mientras ellos se ríen de mi. La ciudad de los muertos nos llaman por vivir por debajo de lo más abajo de la sociedad, hasta dicen que ya abriremos nuestro primer sindicatos de drogadictos y estafadores. A mi no me importa si a ti tampoco te importa. Y así elegimos reunirnos por el fuego, por la oscuridad que invaden y hacen arder a nuestro pies cuando nos dicen que el cielo siempre nos comprenderá. Entre la comedia y el drama vivimos o tratamos de hacerlo a nuestra manera. No me importa, no me interesa lo que vos y tu sociedad piense de mí. Me crucifican por ser un perdedor, un fracasado de la vida que no pudo completar ni complacer las necesidades autoritarias de un aspecto de los seres humanos que va más allá de la escencia de cada uno. A menudo mi mundo empieza a girar y nunca acaba, dejandome mareado sin saber para donde correr. Y muero, y vuelvo a morir creyendo en tus mentiras. Cigarillos, amor desgarrador y un poco de pop y pastillas. Son pocas de las cosas de las que hago y puedo llegar a hablar. No seré el mejor ser humano pero es mi manera de vivir. Ni ser afixiado por la televisión ni de noquearme por lo que dicen los medios y los diarios. Eso no va conmigo. Eso es lo que ellos quieren que yo sea. No me importa. Aquí abajo somos diferentes. Algún día en esta vida seré un soñador, buscaré un futuro mejor y tal vez tenga un trabajo digno, pero no será este día. Ya me cansé de dormir en la sombra de la indignación. De vivir de la arrogancia y mutilación de pensonar que no saben conformar una buena melodía. Escudados del sueño americano, de decirte lo que tenés que hacer y pensar, me obligan a sujetarme la cabeza y gritar...BASTA! No me importa si a vos no te importa. Sobrepasa los pocos límites que me quedan de cordura tu total indiferencia y manipulación de lo que poco que queda de nosotros. Me da asco la manera frenética en la que se basan para realizar sus actos. Censura, extorsión, contrabando son los valores morales que predominan bajo los lemas y dilemas de sus banderas. Así, un día, la ciudad de los muertos, será la nación del fuego. Caerán bajo nuestras propias armas al hacernos creer que la nada misma merece más respeto que nosotros. No se trata de un grito punk ni de grupos adolecentes anti-sistemas. Se trata de exclusión. Bajo los suburbios, aprendí a odiar, a lastimarme a mi mismo, cuando en la televisión decían que robar era malo, y asaltaban de trajo y corbata a ancianos en base de organizaciones legales. Llegará el día en que el drama y la comedia cambien de roles y los polos sean opuestos. El día donde podré verte a la cara y escupir bajo tus slongans cool y facistas, aclamada por la ignorancia, el clero y los idiotas. Probablemente mi alma acompañe a cada una de las personas en ese día de lucha, porque seguramente ya estaré muerto en ese momento, seguramente en un lugar mejor. No me importa si a vos no te importa, pero tu día de ejecución terminará hoy.
Más allá de lo que haya pasado o escrito, me cansé de ti. De vivir pensar soñar en que sos lo que necesito para poder respirar. Es una puta pura mentira. Lo único que necesito para respirar es oxígeno. Sí, me divertí cuando mi madre dijo que sea un chico bueno y que no utilice armas, aunque maté a un hombre en Palomar. Las luces, las noches que brillaban más y ardían más que el sol en un amanecer tampoco podría olvidar. Crack, yerba y otras cuestiones se me vienen a la mente. Lugares inoportunos y desconocidos para levantarme, y ni hablar de aquellas personas que tanto compartí y aún así, ni conocía. Me importa un carajo, vos no estás acá para ver la mierda en la que me veo rodeado. De lo que se siente que te ahogen en un vaso del cual no podés huir. Siempre me valí de tu percepción de las cosas, por tu sensibilidad por hacerme sentir distinto...somos todos iguales. Todos iguales seres humanos de mierda. Todos con ambiciones, con demonios y ángeles que rara ves dicen presente. Me cansé, me harté. La vida apenás es un destello que nos pasa por encima como un avión a una hormiga. Es tan grande y desesperante que ya pasó cuando quieras darte cuenta de algo. Maldigo por no pensar más noches envenando mi sangre con más alcohol y descuidos, de tratar de ser siempre un hombre correcto y con honor, cuando los valores que solo existen en esta vida son los de color verde. Tus leyes, tus padres, tus vecinos, mis vecinos, tus amigos y amigas, se pueden ir bien al carajo. Ya no me opondré a la ruleta rusa que inspira al desenfreno de olvidar por un momento que estamos vivos y así, bailar como muertos.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Inpurgatori SI

Serán los días, las noches, las montañas, las cataratas de agua que nos separan. Como transfondo de mi espacio, rechinan las bocinas y el calor del motor de cada auto de Buenos Aires. Ya me consumí, ya grité, me enojé, destruí algunos bares, quemé mi conciencia gracias a madera húmeda agachando la cabeza. Divague por las entrañas de la tierra, saltando y buscando entre las baldosas del color gris, una respuesta que pueda darle un poco de serenidad a mi alma cansada. Cien días, cien horas caminé desorientado por un laberinto sin puertas ni ventanas de color blanco. Cada paso, traía un momento de arrepentimiento, de resignación, cada paso adelante se sentían como dos hacia atrás. Tropiezo y me golpeo la cabeza, me corto la mejilla y siento el cuerpo caliente, veo que estoy vivo. Después de un breve tiempo asimilando el golpe, logro levantarme de la suciedad del despiadado piso y busco seguir adelante. A cada día, a cada hora que sigo acá adentro, veo luces fugaces, que perduran apenas un segundo en el tiempo y espacio. A medida que avanzo, cada vez son más inmensas y cercanas a mí. Y ahí te vi a ti, entre el humo del ruido, el silencio de la desazón y el aroma de la desesperanza. Me miran, me incomodan, penetran mi piel vulnerable y estalla en el medio de mi pecho. Tan solo un segundo fue demasiado para recibir una pequeña pero mortífera dosis de ti. Me desintegro, mis pupilas se dilatan y ya no siento peso en mi cuerpo, ya ni 27 gramos logran sostenerme. En blanco, me veo envuelto por una luz negra que me pide, me sugiere que deje de pelear, exprimiendo mis hombros, mi espalda con sus grandes dedos. Mis rodillas tocan el piso, y por un instante, me sostengo aunque mi cuerpo y algo más que la gravedad imponen el peso de mi cuerpo hacia adelante. Me caigo, todo, todos ya me han abandonado. Cuando era niño mi padre me contaba que nadie más peleará tus propias batallas. Veo su recuerdo florecer entre la niebla en un abrir y cerrar de ojos. Veo a mi madre derritiéndome en un abrazo donde nos fundimos a fuego frente al mal que domina en las calles donde me crié, en un abrir y cerrar de ojos...y ya se fueron. Ya comprendo que caí, que mi sentencia ya fue dada, que esta es mi hora, mi lugar, y mi destino. Ya no puedo hacer nada por ellos, por ti, por mi. Me vencieron, me atraparon, de una vez por todas, caí en una de sus trampas. Ese instante ya transcurrió. Ahora siento que cada capa de aire que me separa del suelo corta como si estuviera chocando contra un alambre de púas. Tan solo unos segundos, parecen que fueran horas, días, años tal vez. En cada segundo en el que mi cuerpo se aproxima cada vez más al piso observo en donde me equivoque, cuantos trenes equivocados tome y cuantos otros no logré abordar. Me torturo hasta en estos momentos cuando veo como dejé que subas al avión con él. Cada momento corta como la desesperación de haberte perdido...
Sin casi tener absoluto control de mi cuerpo, mi cabeza choca como un cross a la mandíbula, mientras que mi pecho recibe la última estacada de plata para terminar con él de una vez. Ya ves, nadie se hará cargo de este asesinato, de estas heridas a sangre fría en mi pecho, de haberme olvidado entre recuerdos, de pasados. Percibo como el ambiente acaricia cada parte de cuerpo y me cubre de temblorosas sábanas negras, escuchando voces que susurran bajo el tormentoso silencio algo que no puedo llegar a develar, pero que aún así, no sería nada bueno.  Con los ojos desorbitados, sientiendo como deformes manos sujetan y jalan mis gemelos, veo que la visibilidad me abandona y mi mirada se pierde entre el humo del ruido, pensando, simplente, en poder verte una última vez...

miércoles, 21 de noviembre de 2012

St Clara. SI

Cae. Caí. Caímos. Desde un teléfono rojo, escuchó olas de risas sumergidas por el dulce rencor del odio. Ubicado en una pequeña cabina roja donde el fuego de la crisis albergó a las naciones europeas, te escucho. Me relatas historias ya conocidas por la televisión, la radio y hasta mi propia vecina. Inventas relatos con dictadores subordinados que cambiarán por el bien de su pueblo gracias a su gran capacidad auditiva para captar lo que su gente necesita. Como en Buchenwald, caminas entre trampas de bombas idealistas sin temor de que todo vuele por los aires. Me explicas,te autoconvences de que es esto lo que quieres. De que es esto lo que realmente necesitas. De que te necesitan. Será la más pronta reflexión de algunos seres humanos, la más impronta, innecesaria, irrelevante pensamiento de ayudar a los demás, que me aleja una vez más de ti. ¿Y que hago yo aquí, esperándote? Soñando tratando de rehacer algo que nunca tuve, de volver a bajar por las verduras esperando tu reto, tu ayuda para elegir el mejor fruto. De soñar melodías por la calle y reír al ver caer mi helado favorito. ¿Cómo haré para volver al cine sin poder elegir ni una sola película que tenga menos de 4 puntos?. Concuerdo, no estoy en el mejor escenario para hacer ningún planteamiento hacía ti, pero eso no significa que no pueda. También allí te acobija otro hombres en fuertes brazos bajo una funda de cuero mármol. Mujer, eres una de las cosas más complejas, imperfectas y hermosas que alguna vez dudé que podía llegar a contemplar. Bajo la sombra de un vagón que no se mueve, entre destellos de nubes y la luz de nuestra mesa iluminada por una minúscula luz, morí y envejecí al verme reflejado en tus dulces ojos marrones. No acepto, no entiendo y no quiero dejar la oportunidad de que un muro, un señor de azul, me separe de ti. ¿Qué tiene él  que pueda separarme de ti? Mujer, señorita, se que tenés un carácter fuerte, pero regresa a casa. Ya la AFIP me quita el poco aire que me queda y con el tuyo a través de este teléfono no me alcanza. Entiendo que estés indignada y quieras tener un trabajo, un hogar y una vida mejor, pero, por favor, volvé a casa. No...no sé que más decir. Ya perdí el gusto por las comidas, por escuchar música y hasta de aburrirme en la televisión. Ya mis domingos hacen un fino golpe a la mandíbula quedandome en casa. Todo sigue igual, todo tan igual y tan apagado. Pasadas las 6 de la madrugada, apago la alarma de mi teléfono, me pongo la misma ropa y espero que ya sea el día. El día que me anuncies que ya estarás en casa, que dejarás de pelear por gente que no te importa y olvidarás estrellas en tu cabeza. Yo acá seguiré pagando las cuentas, mis deudas, tus revistas y mi memoria, y te esperaré con el suplemento de viajes del domingo esperando nuestra próxima huida.