miércoles, 25 de julio de 2012

Yonky, SI PONELE


Ya es miércoles por la madrugada, y se me acaba de terminar el crack. Ya se acabaron también los cigarros y las ganas de llamarte otra vez. Al cabo de unas pocas horas, volveré al patético trabajo del que día a día me fió en hacer todo lo posible para que me despidan y así cobrar la indemnización para inútiles e inservibles como yo. Tal vez descansé unas horas, no lo sé, tal vez me acueste con otra puta que para acá a la esquina ofreciendo sus servicios a viejos con dinero dejando a sus hijas en su casa viendo programas mediocres mutando al crecer por la computadora. Ya será tarde y nadie vendrá por mí mientras yo no les importe. Saludo amablemente a mis compañeros de trabajo que no conozco  mientras que al mismo tiempo los odio. A su vez hago y deshago mi puto trabajo como todos los santos días, sin que nadie supiera que a mi lado tengo mi botella de cerveza.  Hoy, sábado no quedará otra opción de volver a vivir en mis sueños y luchar contra mis pesadillas, de la mano de mi amigo imaginario que me alienta y me motiva en cada pasada, atormentándome cuando ya se terminó el camino. El tiempo pasa cuando yo vuelo con el viento, cuando nuestras vidas se consumen en alcohol sin sueños ni contradicciones, viviendo la vida que nuestros padres no quisieron darnos ni nunca soñaron. A nadie le importa lo dulce que se siente mi sangre en estos momentos, ni que mañana martes tal vez me despidan del trabajo. No me vendo por tu caja llena de mujeres de plástico ni por barbies mal vestidas, no me enseñes a pensar ni me empujes a odiar, Dios nunca estuvo tan cerca ni tan lejos. Cada vez que lo veo más de cerca, más odio a mi Argentina y a toda esta mierda que la rodea;  la historia de tu vida de la mía, de Juan, de Victoria, trabajando todo el día alimentando a niños sin siquiera una ayuda, sin seguridad por su vida o por su trabajo ni por su familia. ¿Para qué quedarme en una realidad donde los sueños si son, solo sueños? De que me sirve soñar si ni siquiera puedo ser un humano normal, con pretensiones, con imaginación para poder pensar diferente, si siempre quieren aplastarte la cabeza  por no consumir lo que el sistema te obliga.  No, a nadie le importa, a nadie le importamos.  ¿Para qué, para quién vas a volar más alto? Si lo verde tapa los ojos cuando la señora de la balanza no sé cansa de espiar.  Si, seré un jonky, un drogadicto, pero tengo dignidad, tengo opinión y nadie ni nada podrá comprarla.  Nunca seré el estereotipo de los que son como tú se cansaron de vender, no posaré desnudo con tus boxes detallando al muchacho perfecto ni lidiaré con tu moda de pertenecer a un mundo en el que no nos quieren. Pegame un tiro en la pierna y me volveré a levantar, ya que mi voluntad no es la del dinero si no de la posibilidad de pensar, de poder hablar, de culturizar a cada rincor de oscuridad que su propia ignorancia irradia pegándose por toda Argentina.

martes, 10 de julio de 2012

3 SI PONELE

El brillo de las alajas que nunca llevamos me lastima el pecho, el corazón. Por las callecitas de nombre de países de centroamericana, en Palermo, ardimos por última vez. Por estos bares, te conté, desnudé mis miserias y mis manos. La Plaza Serrano nos servía como refugio, como escape de lo que Buenos Aires nos castiga día a día. De interminables viajes en subte sin siquiera poder respirar, de trabajamos con que apenas podemos suspirar. Así te conocí, radiante y luminosa como ninguna, dejandome llevar por el ritmo de tus caderas. Me contabas que trabajas y estudiabas, que eras perfecta, mientras que yo no sabía que de este camino de ida no habia vuelta. Me agarraste de la mano llevándome a recorrer el mundo, haciendome conocer lugares que nunca pensé que existían. Me hiciste bailar en el campo y revolcarnos en lo inmenso que puede ser un auto compacto. Me infectaste, me invadiste el cuerpo, el alma y el corazón. Eras tú y solo tú. En cada cuadro, en cada pintura, en cada paisaje me demostrabas que no estábamos tan solo, que en cualquiera de ellos te podría encontrar. Una vez, un poco de alcohol y creo que también unas copas de amor, nos hizo deambular por esas callecitas sin saber ni poder encontrar el automovil. Como dos tontos enamorados, caminabamos, ya doloridos de los pies pero con sonrisas complices, y hauyentabamos al frío y la soledad. Te odié por llevarme a ese lugar, por hacerme ir mostrandome todo lo que habia en su interior. Hiciste que el sol me calentará y abrigará en noches de frío, en pleno Octubre. Me sostuviste sobre tus hombros pidiendome que no me rinda, confiando en que puedo ser diferente. Recogiste partes de mí cuando parecía desecho, cuando las juntaste pegándolas con muchisima más fuerza aún. Permitiste que este loco pueda bailar en su locura sin que le temblaran las piernas. Me dijiste que no pronuncie jamás que ya era demasiado tarde, que no estaba a la altura de las circunstancias ni que valía la pena. Me obligaste a tratar de dar siempre lo mejor de mí y a superarme en cada instancia, en cada situación, sin importar lo que pueda suceder antes. Eras tan cruel que te vestías de gala en la Rural por la avenida Santa Fe y derretías los polos y a mis ojos. Eras tan dulce que dejabas que te hiciera cosquillas aunque tuvieras el traje puesto. Aceptaste a mi invitación de que dejarás hacer un show privado solo con mi guitarra, vos y yo. Que grabáramos en la piel sin tinta nuestros nombres a fuego. No, no era ni el más de los codiciados artistas que suenan en las mayores radio-frecuencias del mundo, sino un tonto sin talento con una guitarra, y muchas formas de decirte lo tanto que te quiero. Era un pequeño hombre que por dentro, se sentía gigante, capaz de derrotar a cualquier vil villano que se le apareciera en su camino protegiendo siempre a su princesa, a la luz de sus noches, a la mujer de sus sueños, de su vida, sin importar el qué ni el cómo ni el cúando. Yo tampoco entendí cuando pasó, porqué pasó, o en que momento se escapó de lo que yo era. Una parte de mí murió allí, en Palermo, una parte de mí siempre estará llena de tí, llena de esa alegría, de esa sonrisa que podía vencer a mis padres, a los profesores de la facultad y hasta podía derribar muros. Te impregnaste en cada parte de mí, en cada aliento, en cada decepción, en cada vez que el sol dejó de brillar y me abandonó a la interpedie.

lunes, 2 de julio de 2012

MIRA


Y así seguí, así seguí seguí y seguí. Comenzé a correr en el momento de que todo paró. El cielo, el aire y todo se complotó en mi contra. En dejarte caer como un las hojas de un árbol. En milésimas de segundo,  recordar la manera en que me perdí. La manera en que me sonrojé a ver París en tus ojos. En que conocí Venecia por tu sonrisa. En que enloquecí en Buenos Aires con tus caderas. Pocos son los momentos y muchas las realidades en las que soñé verte sentada así.  Así será el momento que siempre pensé que moriría. 


Trataré de no ser tan estúpido para volver a pensar en lo que pudo haber pasado, sino de creer en lo que pasará. No soy bueno prediciendo el futuro y menos tomando a el pasado como experiencia. Tal véz, tenga que recurrir al pobre pretexto de utilizar, el odio, la ira, la impotencia para seguir adelante. Para tratar de ir a lado del camino, y no de la carretera. En buscar de nuevo un rumbo que tal vez nunca tuve, tal vez, porque ese rumbo eras vos. Abrí los ojos y otra vez era la tormenta acechando mi cabeza.  Era mi vida pasando por la ventana una y otra vez,  en un cuarto negro con luciérnagas mostrándome lo poco que me queda de luz.¿Será que pienso en otros ojos, en otra luz, en otro ser que no está? De algo que nunca podrá ser. De saber que nunca en este mundo, en esta realidad podremos ser uno. Que nunca podré tenerte ni vos podrás tenerme a mi. Buscare una manera, recorre todas las aceras que nos separan, los miles de kilómetros y años que alejan a mi alma de la tuya. Acortaré hasta un suspiro mi boca de la tuya. Tal véz, si, encontraré a mi yo interior y le golpearé la cara al decirme que debo desahacerme de ti, a que debo abandonarte y dejarte perder de una buena puta vez y desprenderte, desgarrarte de mi corazón para volver a sentir de nuevo. No dejaré que eso ocurra, no hasta esto tan fuerte, tan extraño, deje de quemar mi pecho, mi cuerpo, mis palabras, mi alma, mi esencia. No sé ni tendré forma de explicar como voy a hacer que pasé, pero llegará el día que me veas y hagas hasta al sol caer. De que de un abrazo ni roma pueda resistir. Cayeron muros e imperios y así aún vos seguías conmigo.

Tonto, estúpido. Lo que el alcohol puede afectar a nuestra perspectiva, de cómo queremos que sean las cosas. No existe tal manera de poder hacer algo. Solo soy un cuerpo perdido en un mundo que no sabe comprender. Que no cae en las inmediaciones de pastillas para no sentir, de sueños de contrabando y amores fugaces. Escucha y mirame bien, apunte sereno que usted va a matar a un hombre. Esto es lo que serás y como morirás, deambulando por tontas promesas, sintiéndote derrotado sin ni siquiera poder  llegar a lucha. Mirame, sentando en la barra en donde la oscuridad toma partido por mí, que pone su brazo por encima de mi hombro y me invita otra vuelta más,  otro golpe por detrás de mi espalda para seguir autodestruyéndome, seguir matándome cada noche, en estos bares, soñando que tal vez todo sea un sueño, o que mañana te despertarás al lado mío. Mi mejor amigo, el viejo de la barra que ni siquiera conozco la voz, me mira y me susurra que cambie de vida, de profesión, que dejé de creer en leyendas y mitos, que abandone de una vez ese papel de héroe que tanto me enfuresco en remarcar, curiosamente, cuando las burbujas ya se me subieron a la azotea. ¿Héroe? ¿Quién querría ser un héroe en estos días? Sacrificándose por el bien del otro sin la necesidad de un buen oculto,  sin la necesidad de ser reconocido. En buscar lo mejor para todos sin mirar ni preferir el suyo antes que nadie.