Ya es miércoles
por la madrugada, y se me acaba de terminar el crack. Ya se acabaron también
los cigarros y las ganas de llamarte otra vez. Al cabo de unas pocas horas,
volveré al patético trabajo del que día a día me fió en hacer todo lo posible
para que me despidan y así cobrar la indemnización para inútiles e inservibles como
yo. Tal vez descansé unas horas, no lo sé, tal vez me acueste con otra puta que
para acá a la esquina ofreciendo sus servicios a viejos con dinero dejando a
sus hijas en su casa viendo programas mediocres mutando al crecer por la
computadora. Ya será tarde y nadie vendrá por mí mientras yo no les importe.
Saludo amablemente a mis compañeros de trabajo que no conozco mientras que al mismo tiempo los odio. A su
vez hago y deshago mi puto trabajo como todos los santos días, sin que nadie
supiera que a mi lado tengo mi botella de cerveza. Hoy, sábado no quedará otra opción de volver
a vivir en mis sueños y luchar contra mis pesadillas, de la mano de mi amigo
imaginario que me alienta y me motiva en cada pasada, atormentándome cuando ya
se terminó el camino. El tiempo pasa cuando yo vuelo con el viento, cuando
nuestras vidas se consumen en alcohol sin sueños ni contradicciones, viviendo
la vida que nuestros padres no quisieron darnos ni nunca soñaron. A nadie le importa
lo dulce que se siente mi sangre en estos momentos, ni que mañana martes tal vez
me despidan del trabajo. No me vendo por tu caja llena de mujeres de plástico
ni por barbies mal vestidas, no me enseñes a pensar ni me empujes a odiar, Dios
nunca estuvo tan cerca ni tan lejos. Cada vez que lo veo más de cerca, más odio
a mi Argentina y a toda esta mierda que la rodea; la historia de tu vida de la mía, de Juan, de
Victoria, trabajando todo el día alimentando a niños sin siquiera una ayuda,
sin seguridad por su vida o por su trabajo ni por su familia. ¿Para qué
quedarme en una realidad donde los sueños si son, solo sueños? De que me sirve
soñar si ni siquiera puedo ser un humano normal, con pretensiones, con
imaginación para poder pensar diferente, si siempre quieren aplastarte la
cabeza por no consumir lo que el sistema
te obliga. No, a nadie le importa, a
nadie le importamos. ¿Para qué, para
quién vas a volar más alto? Si lo verde tapa los ojos cuando la señora de la
balanza no sé cansa de espiar. Si, seré
un jonky, un drogadicto, pero tengo dignidad, tengo opinión y nadie ni nada
podrá comprarla. Nunca seré el
estereotipo de los que son como tú se cansaron de vender, no posaré desnudo con
tus boxes detallando al muchacho perfecto ni lidiaré con tu moda de pertenecer
a un mundo en el que no nos quieren. Pegame un tiro en la pierna y me volveré a
levantar, ya que mi voluntad no es la del dinero si no de la posibilidad de
pensar, de poder hablar, de culturizar a cada rincor de oscuridad que su propia
ignorancia irradia pegándose por toda Argentina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario