
Y bajo de la montaña con más de mil piraguas esperando
el último día del Eden, de la sangre correr por las
tuberías y salir despedidas por las alcantarillas.
El cielo color violeta me afirma lo que me espera.
Años, siglos y milenios golpeando la puerta equivocada,
en el medio de negligencia y fuego cruzado. Cadenas
partidas al medio y el príncipe derrocado. Sin fé, ni
esperanzas las bolas de fuego saludan a casa. Ni capitalismo,
comunismo ni nada, ya todo esta escrito. El tiempo dio tiempo
y el hombre pecó en pasado, presente y futuro.
Entre tanto desconcierto y marea, un destello claro se abre
paso entre las negras nubes. Blanco se aproxima galopando
a todo vapor. A más de mil de metros, lo vi fijarse en mí
y ella mientras que, en ese momento, una ráfaga de viento me
susurro "ven" , cuando él empuño su arco.
En milésimas de segundos, alcanze sus ojos: el terror, el miedo
pasando por cada milímetro de sangre llegando a cada uno de los
músculos de su cuerpo, apuñalando sus recuerdos, sus momentos
felices por saber que ya no lo serán jamás. Que hoy es el día
que el mundo se dio por vencido frente a la inumanidad del hombre.
Que hoy será el último día que pueda tenderme la mano y jurar que
siempre será mía, que pueda ver en mis ojos todos los viajes, las
noches de amor eterno y pactos que quedan por cumplir. Sin fé, sin
esperanzas, el ser humano ya no tiene porque vivir. Porque ser.
Nunca creí en la iglesia ni en los sacerdotes, así que ni la muerte
dejará que yo no pelee por tí. Que exploté la victoria, la guerra y
la muerte. Que vean y se retuercen al ver que nada podrá alejarme de
tí. Ni una lanza, ni espada y flecha, en tí yo me fundí, en tus ojos
yo me formé.
Una Milésima de segundo después, me arrojé y logré volverla a la realidad
y sacarla del estado paralizado en que se encontraba. Cada vez se oía más
fuerte: los gritos de horror, llantos destripando cada sonido, y su voz
llamándome hacía él.
Corremos hacía los cimientos del subte para ocultarnos mientras vemos
gente gritando quemandose en carne viva, atravesados por una espada y
padres y madres suicidándose para que sus hijos no sufran esto.
Como si no estuviera fue que ella estaba ahí, sin vida en sus ojos,
sin vida en la que creer o obvservar, sin nada que pueda sacarla de lo
incomprensible que puede ser este momento, este momento que todo perdió
el sentido. Que la vida perdió sentido. Sin alma. Cortado en la frente
y en uno de los brazos por tanto caos a nuestro alrededor al refugiarnos,
me siento tratando de que no me duela tanto vivir, y intentó conectar sus
ojos con los mios, mi vida con la suya. Buscando en que mi alma logre
encontrar a la de ella.
Te miro fijo y me sonreís, y mi sol vuelve a brillar.
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