Entre estación y estación, no recuerda otra melodía que la que emana su corazón. Su memoria, inútil e inoperante, lo obliga a repasar con la mirada cada vez que el subte se detenía para el ascenso y descenso de miles de almas cansadas al llegar a su destino. A lo largo de 15 minutos competía su vida con gente desconocida que recordaba en cada viaje. Una joven pareja se miraba como si su vista pudiera penetrar los ojos y hasta acariciar el alma, fundidos en los brazos de un cálido abrazo, eternamente mentiroso en cuanto a su duración. El arte y la música cobraban vida cada vez que Omar regalaba su belleza a su temeroso publico, que lo obversaba obsecuente y escueto, aunque persuadido en el final de cada estribo. Cara de piedra, ojos robustos color miel, con un brazo apoyado en la baranda que sirve para el ingreso de carros de bebés que no pueden pasar por el molinete de pago, Juan me da los detestables días cada vez que piso la estación, demostrándome que siempre hay alguien peor que vos. Pero también existe el otro lado del rio, donde las aguas se juntan y transforman distintas corrientes, en un único paisaje. Allí está Maribel, blanca y minúscula, con el pelo recogido y los ojos saltones, me invita a tomar una copa ofreciéndome cualquier tipo de bebida que en mi caso sea gratificante. Un poco tímido, un poco idiota, tomo finalmente el ganador y escuchó la única frase que moviliza mis mañanas, mis cosquillas y mi pecho. "son $5 está Tiempo Argentino" suelta entre sus dulces labios sin pintar. Atontado, inmóvil, inexpresivo, a veces tardo en poder formular una respuesta, un "gracias" o porque no, preguntarle como se llama, cuales son sus gustos y sus pasiones, que piensa de Mauricio o si tiene ganas de tomar un café. Bajo el transcurso de esos segundos que parecen milenios, su cara se impacienta al no encontrar ninguna respuesta de mi parte, presionándome para cerrar el acuerdo de compra y venta, extraigo nervioso, tembloroso ante la situación que no pude resolver sin concretar una resolución en donde mis gritos se puedan oír, mis declaraciones se hagan canciones, y mi voz sea tu amor, el billete de $5. Lo toma, me la excusa mientras que voltea la cabeza para atender otro cliente borracho en búsqueda de amor.
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