Duerme mi cielo, mi niño eterno, dueño del mundo.
Caigo, Caigo bajo un fondo negro, sin nada a mis costados, sin ver el final, sin ver cuando finalmente terminará. El sueño se me hace eterno, y no puedo despertar. Las
agujas pasan, siguen su recorrido, y yo sigo sin parar. En blanco no puedo esperar, para lograr mi sueño final. Por dentro sangra mi alma, mi corazón y mis inquietudes.
Después de tantas luchas, logro cruzar la linea de meta de la realidad, pero Allí me invaden: Monstruos de más de dos cabezas, sangre, mucha sangre, historias siempre con el mismo y tenebroso final. Mi luz se ve cada vez más debilitada y perdieron fuerza poco a poco, como si se bajara lentamente la persiana. ¿Será que estas inquietudes, los cabos sin atar, los nudos, mis nervios, me torturan al dormir?(y no poder hacerlo tampoco). Sin creer, sin esquematizar, veo mis sueños, los veo a ellos, que me lastiman
día a día, noche a noche, alargando mis días, para no llegar a ese dolor fatal. La presión es la principal asesina mental, no deja pensar, no deja respirar ni soñar.
¿Será que mi Ángel se distrajo viendo aquellos otros cuentos?
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