lunes, 17 de noviembre de 2008

A lo que un hombre llama valentia ( y también prejuicio)

Y un día, David decidió levantarse de su cama, mirar el sol, las nubes y enfrentarse a su mayor mal. Elige sus mejores armas, las más eficazes obviamente, para la gran batalla que le espera en un tiempo de la pronta tarde.
Decide canalizar todo aquello que le parece innecesario, todo lo que algún día le provoco tristeza, o algún dolor de cabeza. Revisa sus mapas, el camino para poner llegar sin demaciada tardía a la
fortaleza de hierro, toda bastante aspera, dificilmente para un pobre caballero pudiera atravesarla.
Sin nadie de más, él, y sus armas, sin nadie más.
Muchas tormentas, muchos desiertos tuvo que lidear para poner llegar a su objetivo, para alcanzar su destino. Bajas noches oscurecían los caminos de nuestro guerrero, pero poco pudieron hacer con la fuerza que él impulsaba, él, y sus armas, sin nadie más.
Al fin, al fin la tierra se torno dispareja,no había más de 10 cuervos que se asomaban bajo los remotos cadáveres que yacían allí, a pocos kilómetros de aquel nido de maldad.
Al fin, nuestro pequeño y gran hombre decidió tomar parte de esta ruta, de su destino, sometió
al gran Goliat, cruel y vil gigante, tanto él como su maldad.
El cielo se torno gris, lloraba y Zeus mostraba su gran desencanto al ver mojado su patio, al escuchar un gran ruido proveniendo de "Ahí abajo".
Nuestro,en aquel entonces, "pequeño gran héroe", se ve , a pluma y papel con su espada, luchando hombro a hombro, con lo que solía llamarse un gigante.
Los Dos, al ver que su sudor era más que el propio baño que le propia el cielo, se dieron cuenta que uno no el más diferente que el otro. Nuestro guerrero, por esos prejuicios que suelen
llenarse las musas de los pueblos, sentía a aquel gigante como un ser duro y despiadado.
Ese gigante, era solamente eso, un gigante, semejante a nuestro pequeño héroe. Con sus cosas, sus males y bienes, con su alma y sus armas.Al fin al cabo, sus armas eran las mismas, pero con distinta manera de utilizarlas. En este gran enfrentamiento, no hubo sangre, sino dos seres que luchaban por lo que creía correcto.
Al final, el odio y el rencor se equivocaron de habitación y lugar, luego de la pasada batalla mitológica que ocurrió.
Al final, nuestro "héroe" y aquel "vil y gigante enemigo" como lo llamábamos anteriormente,
fueron más semejantes de lo que ellos pensaban, de lo que nosotros pensábamos.

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